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diciendo:

—Yo he pecado entregando sangre inocente.

Pero ellos dijeron:

—¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!

Entonces, arrojando las piezas de plata en el Templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron:

—No está permitido echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre.

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